Cuando el coro hace una salida para actuar fuera de Granada no puedo evitar
de pensar en aquellas películas tan llenas de humor como 'El viaje a ninguna
parte'. Sin embargo me parece que la tropa se comportó muy bien en Calahonda,
cantando en una misa y un posterior concierto, ambos muy satisfactorios como
celebración de fin del año coral.
Fuimos recibidos con mucho cariño por el parroco Paco y la misa de las ocho
fue una celebración muy grata, donde disfrutamos de la buena acústica de esta
moderna iglesia. Nuestro acompañiamiento a la misa fue recibido con aplausos al
final, nada habitual para una ceremonia religiosa.
Una vez terminada la misa, y dentro del ciclo de conciertos en la Iglesia
del Carmen, ofrecimos una pequeña actuación en una hermosa capilla frente al
mar.
El lugar no podría ser más atractivo. La vista desde el altar de la ermita, con las puertas abiertas de par en par, dando al Paseo Marítimo nos
dejó sin aliento. El mar al fondo mientras cantábamos y el cielo cambiando
durante el crepúsculo era un espectáculo sublime.
Nos acompañó como solísta la soprano Maríya Stikhun para la interpretación
del 'Panis Angelicus' y el 'Ave María' atribuido a Caccini y en realidad
compuesto por Vladimir Vavilov, compositor ruso del siglo XX. Asimismo nos
deleitó con el aria de Puccini ´O mio babbino caro de la opera 'Gianni
Schicchi'. Su voz llenó de belleza la pequeña capilla y el público quedó
impresionado por su hermosa voz.
Interpretamos 'El coro de los esclavos' y 'El coro de los gitanos' ambos
de Verdi ¡acompañado graciosamente por yunque y martillo! así como varias otras
canciones de nuestro repertorio. Además estrenamos, lo que creo entender como
primicia en España 'La vida de los gitanos' de Schumann, en su versión poética
en español de María Teresa Ariza. El público se volcó en sus aplausos. La única
queja que escuchamos era que el concierto había sido demasiado corto por lo cual
tuvimos que improvisar varias otras piezas como 'Luisiña', ésta, con la hermosa
voz de Salvador García que salió del anonimato para cantar el solo.
Finalmente y después del concierto, la parroquia tuvo la amabilidad de
ofrecernos unas copiosas tapas en el patio encantador de la iglesia.
Un final feliz para un año de mucho trabajo.
Ann Fernández Vidaurreta
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