Domingo, 14 de
junio de 2015
Cuántas
lágrimas derramadas por hijos, padres, abuelos, amigos…. al ver
que por obra de una sinrazón fanática, ya no volverán a ver más a
ese ser querido que el distanciamiento cruel arraiga aún más en sus
corazones. El acto vivido en el auditorio Manuel de Falla de Granada,
se podría resumir como una oración infinita que ojalá su eco nunca
se extinga y llegue a quién sea capaz de detener tanta masacre en
nombre del dios de turno. El sonido estremecedor de tantas voces al
unísono suplicando “a un Padre colmado de amor, misericordioso
que mire a sus hijos que sufren perseguidos por su fe” desgarraban
el alma de tal manera que hasta parecía resbalar por los muros del
recinto lágrimas de dolor y al par de una emoción jamás vivida.
Por
unos momentos pensemos que el conjunto de esas lágrimas han formado
un lago de aguas cristalinas que sirva para abastecer campos en los
que sembrar corazones límpidos capaces de prodigar el cariño, la
ternura y en definitiva el amor.
Ignacio
Miguel Roca Ruiz
Sobrecogedor el comentario de Ignacio Miguel.
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